Diario de Mallorca.

PUBLICADO 24 DE MAYO DE 2007.
Movilizados por una cuestión perruna
Vecinos de es Pil·larí celebran una torrada contra la perrera y esta entidad organiza una jornada de puertas abiertas

SILVIA VELERT

Los perros fueron ayer los protagonistas en es Pil·larí. En esta zona hay dos grupos enfrentados por los canes. Unos que quieren que se queden y otros que se vayan. Todo empezó el día en que el Centro Canino Internacional tuvo que abandonar sus instalaciones en la Cuña Verde por las obras de ejecución del Parc de sa Riera hace unos dos años. Los miembros de esta entidad decidieron trasladarse a unos terrenos situados en el camí de Son Prim.

Sin embargo, a unos cien metros está el camí de ses Barraques, donde hay nueve viviendas en las que residen familias, que se han puesto en manos de un abogado para conseguir el cierre de este recinto por varios motivos: por un lado, señalan que carecen de licencia de actividad porque, según los vecinos, la han pedido para un criadero pero en realidad funciona como un refugio de animales. Por otro lado, provocan molestias a las casas colindantes pues generan ruidos y malos olores.

Por este motivo ayer por la noche organizaron una torrada en el Camí de ses Barraques bajo el lema: "¡No a la perrera ilegal. Queremos dormir. Basta de ruidos y malos olores. Precinto ya!". Los vecinos afectados contaron con el apoyo de las asociaciones vecinales de es Pil·larí y s´Aranjassa. Según los organizadores, participaron unas doscientas personas.

Los residentes del Camí de ses Barraques dicen que la perrera está a menos de cien metros de sus casas cuando la legislación obliga a que esté a unos dos kilómetros de cualquier núcleo urbano. El ruido generado por los perros ha dejado secuelas en los vecinos. Algunos sufren depresiones y los niños tienen bajo rendimiento escolar por falta de descanso, según señalan desde la asociación vecinal. Calculan que hay una veintena de personas afectadas en el Camí de ses Barraques pero los vecinos del núcleo de es Pil·larí también se quejan y el presidente de la asociación vecinal, Pedro Andrés Medina, acudió a este acto reivindicativo. "No estamos en contra de los animales, sino de que el centro canino funcione sin licencia", aseguró Andrés. Tal como relatan los vecinos en realidad deberían tener un número limitado de perros y sobrepasan la cifra permitida. La asociación vecinal de es Pil·larí se queja de que estas instalaciones estén a unos seiscientos metros de los colegios, las guarderías y otros servicios ciudadanos.

Además critican que la patrulla verde de la Policía Local no haya hecho ni una sola medición en la perrera en aplicación de la ordenanza municipal de ruidos. Desde un punto de vista jurídico el abogado de los afectados indica que existe una orden de cierre del centro canino por parte de Cort. Esta entidad la ha recurrido y el juez ha suspendido cautelarmente la ejecución del decreto de cierre. Los vecinos la han recurrido ante el Tribunal Superior de Justicia pidiendo a Cort una orden de cierre porque no actúa como criadero sino como refugio.

De manera paralela, los socios del centro canino internacional organizaron por la tarde una jornada de puertas abiertas para los que quisieran conocer su trabajo y sus instalaciones, en palabras de los propios organizadores, aprovechando que los vecinos celebraban su segunda torrada reivindicativa. En este recinto hay más de treinta perros. Ese día se llevaron cinco canes al centro de Son Reus por carecer de espacio pero finalmente quedó sin efectividad el cierre al ser recurrida por la entidad por lo que sigue abierta. En la actualidad el Centro Canino Internacional cuenta con 2.600 socios nacionales y extranjeros y se financia con sus cuotas.

Durante la torrada los organizadores comunicaron a los participantes los motivos de su protesta. En este comunicado que constaba de doce puntos volvieron a repetir que no están en contra de los animales sino de una "actividad molesta, contaminante e incompatible con la vida cotidiana en las viviendas del entorno". Informaron que la perrera alberga una población fluctuante de perros que ninguna autoridad controla.